- Publisher: Pre-Textos, 2015
NARRATIVA
«Cuando llegué a Bruselas empezaba a escucharse en algunos medios de comunicación aquella idea del fin del sueño europeo.» Los protagonistas de estos relatos se mueven en un escenario que nos resulta turbadoramente conocido: la Europa del siglo XXI, entre las urbanizaciones turísticas que devoran las costas del Mediterráneo, la soledad insidiosa de las habitaciones de hotel y la rutina de los suburbios. Un mundo, que es el nuestro, en el que los viejos signos de identidad basados en la nacionalidad y en las tradiciones familiares o religiosas tienden a borrarse.
Sin embargo, la soledad, las dudas, los impulsos que embargan a los personajes de Solitario empeño son tan universales como un mito griego, una leyenda esquimal o una remota maldición yugoslava. Buscadores de su propia identidad, los protagonistas de estos relatos experimentan el gran misterio, la colosal perplejidad que desde el inicio de los tiempos gobierna las relaciones de padres e hijos, de amantes, de extraños que se cruzan llevados por un azar inexplicable. Cada uno de ellos aspira a hacer de su desarraigo un espacio íntimo, habitable, tal vez comprensible. Sin tragedias ni sentimentalismos. Página a página, relato tras relato, todos se entregan a la titánica y cotidiana labor de conferir sentido a una realidad que –implacable, múltiple y escurridiza– les cautiva y desconcierta.
«El descrito mecanismo de extrañamiento creado por Crusat provoca algo que me parece sensacional, y que seguramente me hace leer uno tras otro sus libros con adicción: el naturalismo con que están contadas sus historias es el paradójico irracionalismo literario perfecto, pues la mente de sus protagonistas (y, por ende, la nuestra) se deja llevar por las emociones o las distracciones, perdiendo la razón del presente, abandonando el aquí y el ahora, para perderse en el naturalismo de otro espacio-tiempo. Es decir: aunque todos los entornos, argumentos, tramas e historias contados por Crusat son totalmente verosímiles y razonables, su efecto en el lector es onírico; es suprarreal porque conecta realidades inexistentes tanto en el tiempo de la narración como en el tiempo de la lectura, y por ello adquiere conexión con el mito, al ser un continuo atravesado por el tiempo mítico.» Vicente Luis Mora, Diario de lecturas (España)
«Un libro espléndido, un libro que se sitúa por derecho propio en la primera línea del nuevo cuento español. […] Y en este punto hay que elogiar la autenticidad de Cristian, puesto que siendo, como es, un estilista, consigue no ceder a las facilidades del lirismo y la escritura-espectáculo, para buscar —en cambio— el camino escarpado de una escritura digresiva, tensa, trastornada, que es consciente de que en el espacio de la obra de arte la capacidad para “decir bien” no puede desentenderse del esfuerzo por decir la verdad. El gran acierto, en suma, de la escritura de Cristian Crusat yo lo situaría en su carácter contra-producente: en el hecho de ser una escritura que no tiende a rellenar de sentido las grietas de la realidad; y en la que todo ocurre como si lo narrado no saliese nunca de la dimensión de lo hipotético, como si el hecho de ser relatadas no redimiera a las vidas que desfilan por estas páginas de su naturaleza incierta, caótica y esencialmente contingente.» Ángel Zapata (del texto de presentación en la librería Alberti)
«Solitario empeño es un libro excelente para descubrir algunos de los caminos más insospechados por los que va a circular la narrativa del siglo XXI.» José Martínez Ros, Notodo.com (España)
«En nuestro país, considero que las escrituras desabrochadas de Crusat (…), entre otros, anuncian una nueva sensibilidad.» Eloy Tizón, El Cultural (España)
«Autores que hoy claramente desbordan los marcos canónicos: (…) Cristian Crusat, con sus rupturas de la linealidad, sus detenciones.» Javier Sáez de Ibarra, El Cultural (España)
«Crusat es uno de esos jóvenes narradores a los que hay que leer, ya que posee un mundo propio fascinante, repleto de esquirlas y espejos rotos.» Elena Costa, El Cultural (España)
«Con Solitario empeño, Crusat da un paso al frente a la vez que culmina la construcción de un ciclo narrativo de discreto esplendor. […] Se hace, en fin, muy difícil plasmar tan brevemente la fruición que el lector ejercitado hallará en estos cuentos: más vale entrar en ellos y leerlos con la demora que exigen.» Javier Vela, Turia (España)
«Cuentos atípicos, comunicantes y comunicados, donde se abren puertas que llevan a lo onírico, o a la extrañeza evocada con metáforas que destellan como pájaros azules.» Antonio Serrano Cueto, El baile de los silenos (España)
«Junto a este modelo abrochado, y en oposición a él, también coexiste un cuento digamos más “novelesco”, más digresivo o poético, menos perfecto, con grietas por donde se cuelan el aire y la luz para que el cuento respire y que desencaja el molde tradicional. Cuentos extensos, de más de quince páginas, ventilados, divagatorios, abstractos, sin un centro claro, con muchas palabras de más o de menos, como los que elaboran Robert Walser o Ana Blandiana o Juan José Saer o Cristian Crusat. Ahora mismo, este cuento –o postcuento– me interesa más que el otro.» Eloy Tizón, Visítame Magazine (EEUU)
«Hay autores que escriben sobre la realidad y hay otros, como le ocurre a Crusat, que crean un mundo propio en el que conviven múltiples realidades. Es difícil introducirse en el mundo de este autor. La puerta está apenas entreabierta. Sus cuentos no son amables, no están escritos para agradar, ni para convencer. No son literatura de moda, sino literatura de verdad, capaz de cambiar algo dentro del que se enfrenta a estos textos.» Mª Ángeles Robles, Grupo Joly (España)