Presentación de Cristian Crusat: «Charles Baudelaire: la traducción como patología».
Traducción de Carmen Artal.
Firmamento editores. 2021.
A mediados del siglo XIX, Charles Baudelaire tradujo, glosó y adaptó al francés Confesiones de un opiófago inglés, de Thomas de Quincey, publicado en 1821 y al que seguiría, más de dos décadas después, Suspiria de profundis. Su adaptación acabó siendo una mise en abîme que permitió a Baudelaire imbricar sus impresiones y juicios particulares así como su práctica poética en la obra del ensayista inglés, a quien consideraba «su hermano mayor». Es sabido que su intención inicial era emprender una traducción integral del libro, pero, por desacuerdos con los editores, se vio obligado a abandonar su empeño resignándose a elaborar un comentario analítico del mismo. Bajo el título de «Un comedor de opio», el texto apareció finalmente en 1860. Flaubert, Glatigny o Barbey d’Aurevilly no escatimaron elogios hacia la obra, cuyo éxito literario radicaba en la forma que Baudelaire había logrado conferirle. Su atmósfera dramática, resultante no sólo de la concentración de materiales provenientes de las Confesiones y los Suspiria sino también de la selección de los pasajes traducidos, conseguía a un mismo tiempo reformular la obra de De Quincey (reduciendo el original inglés casi a la mitad y eliminando del mismo la mayor parte de sus digresiones) y dialogar con ella en un ámbito propio, a mitad de camino entre la crítica y el apunte biográfico. Recuperada ahora en la excelente versión de Carmen Artal y presentada por el narrador y ensayista Cristian Crusat, de su lectura puede desprenderse el desarrollo último de ese proyecto estético consistente en comparar el estado propiciado por el consumo de opiáceos con el paraíso poético que todo creador anhela alcanzar.
«La narración de Baudelaire es intensa, comprometida, brillante. Tal como explica el poeta francés, nuestro cerebro es «un inmenso y natural palimpsesto», y bajo esas raspaduras, borrados a medias o débiles señales en el cerebro de Quincey rebusca el explorador Baudelaire las explicaciones de una vida y los fundamentos de una obra, la inocencia inmolada, las debilidades que parecen crímenes, la tiranía del recuerdo del placer, el tono penetrante y femenino, los dolores de la infancia que configuran las sombras de la vida, la inteligencia lúcida y la voluntad encarcelada, la antología de las justificaciones, los abominables encantamientos o el simbolismo de los sueños repetidos. En Un comedor de opio un genio analiza a otro genio en un celebrado e inolvidable derroche de sensibilidad y buena literatura.» Fulgencio Argüelles, El Comercio (España)
«Además de una traducción parcial comentada de las Confesiones de un opiófago inglés y de los cuadros poéticos y ensueños de su complementario Suspiria de profundis, su segunda parte, de 1845, Un comedor de opio es una peculiar biografía de Thomas de Quincey y una vía de entrada en el mundo baudeleriano de Los paraísos artificiales, que proyecta aquí con magnífica prosa su propia imagen de oscuro intérprete en una labor de reescritura creativa para elaborar lo que Crusat define en su prólogo como “una teoría del placer”.» Santos Domínguez, En un bosque extranjero (España)